LAS SORPRESAS DE LOS CINE COSMOS

 

Las sorpresas de los cines Cosmos

En el mes de octubre se cumplió el 135º aniversario de las relaciones diplomáticas entre Rusia y Argentina. Como referente cultural entre ambos países me hacen una nota que involucra tanto el cine Cosmos como a Artkino Pictures, teniendo en cuenta que mi padre mantuvo por más de 60 años una relación cultural muy activa entre ambos países. Éramos distribuidores y exhibidores de cine soviético y a su vez promocionábamos el cine argentino en los países del este.

En este tipo de notas siempre se trata de averiguar qué otra novedad se puede encontrar a lo ya publicado. El porqué de los nombres de ambas empresas y sobre todo que más les puedo agregar al que ahora es Cosmos UBA, dado que desde el 2010 la explotación comercial del cine está a cargo de la Universidad de Buenos Aires.

Como la historia la conté tantas veces ya no tengo mucho más que agregar, salvo que emerja de la memoria algún recuerdo y/o anécdota de los cientos que sucedieron en el transcurso de los años y nuestro anhelo de que salas como la nuestra se pudieran haber replicado en todo el país.

Simultáneamente a este hecho, sin tener conexión alguna y tampoco conocimiento previo, un amigo, Alejandro Arroz, productor, guionista y director de cine nacido en Salta, al norte de la Argentina ,ganador de 7 premios nacionales otorgados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y de dos becas de la Fundación Antorchas, al que hace mucho no veo en forma presencial , me envía una foto que había sacado en el año 2016 , en su último viaje a Cuba, de un cine en la  Habana  llamado Cine Cosmos. Esto es una de las escasas buenas cosas que trae la pandemia, tiempo para ordenar y encontrar aquello que no hacemos habitualmente. Yo conocía la historia del Cosmos en Paris, que originalmente se llamó “ Arlequín”, pero no la de este cine en la isla caribeña.

El Arlequín ubicado en 76, rue de Rennes (distrito 6) fue uno de los cines de autor más populares del distrito de Saint-Germain-Saint-Sulpice. Se inauguró en 1934, en un edificio perteneciente a EDF, que era es una empresa multinacional francesa de generación y distribución eléctrica. En 1962, Jacques Tati se hizo cargo de la sala y la bautizó como Arlequín. Se convirtió en Cosmos en 1978 y sería la meca del cine soviético hasta 1993, cuando volvió a su marca actual. Todavía alberga la Semana del Cine Ruso. Bien equipado para adaptarse a las personas con discapacidad auditiva y ciegos, con programas de películas de autor bien elegidas y con todos los beneficios que otorga la Unión Europea a las salas de arte. La presencia de películas soviéticas en las pantallas francesas era muy baja cuando apareció la distribuidora comercial más importante de películas soviéticas, Cosmos, creada y dirigida por Richard Delmotte, que le dio vida a la cultura cinematográfica soviética en Francia. La historia del mayor distribuidor de cine soviético de Francia comenzó curiosamente en África. En la década de 1970, Richard Delmotte trabajó bajo las órdenes de un industrial francés, Mokaer, responsable de la importación de equipos de proyección de películas. Al producirse los cambios en la URSS, Sovexportfilm, la empresa monopólica para la venta y compra del material cinematográfico en toda la Unión Soviética, perdió su protagonismo y se vio obligada a reestructurar sus actividades. El sistema que Cosmos había establecido durante años colapsó repentinamente. Sin más interlocutor ni monopolio, las fronteras se abrieron. Fue entonces, nuevamente, un verdadero terremoto para la pequeña empresa francesa. Cosmos, anteriormente una pequeña empresa pionera, único interlocutor de los soviéticos, se vio a sí misma, a partir de 1986, excluida de las negociaciones que se desarrollaban sin ella. Su historia terminó ahí. La empresa Cosmos cerró sus puertas. El sistema que la puso en marcha ya no existía.

El Cosmos en Cuba es un caso distinto. Hasta 1959, La Habana era una de las capitales mundiales del séptimo arte. La ciudad tenía más cines que Nueva York. Ubicado en el distrito oriente de Ampliación de Almendares en 19 entre 70 y 72. Inaugurado antes de 1958 como Cine San Carlos, a fines de la década de 1960 se le cambió el nombre a Cine Cosmos.

Si bien desde finales de los noventa dejó de funcionar como cine, ahora depende de Dirección de Cultura de Playa y hacen la siguiente actividad fija: Peña Campesina Vicente Monte: actividad cultural dedicada al género campesino con la actuación de profesionales y aficionados. 2do y 4to sábado de cada mes, 3 pm.

Muchas de las buenas películas soviéticas fueron invisibles para el cubano entre 1961 y 1991 y tampoco se exhibieron en la URSS. La primera lógica de la ausencia se debía, por tanto, a la censura aplicada en la Unión Soviética sobre las obras ya terminadas, un procedimiento de control más activo en los sesenta que en los setenta (cuando la censura se derivó más al proyecto escrito), y a través del cual Goskino permitía la producción del film, pero al clasificarlo después con la categoría 3 ó 4 lo condenaba directamente a las estanterías de Gosfilmofond o a una distribución miserable, con un número de copias tan escaso que implicaba directamente su estigmatización. Estas películas reales pero invisibles, protagonistas de las páginas en blanco del cine soviético eran condenadas al silencio bien por razones ideológicas, estéticas, morales, ministeriales (si afectaba a instituciones gubernamentales estratégicas), nacionales (para películas producidas en otras repúblicas) y/o personales. A estos argumentos responden algunas de las grandes ausencias del cine soviético estrenado en Moscú y, también, lógicamente, del estrenado en La Habana. Esto explica que en treinta años, el ICAIC no distribuyera comercialmente ninguna película de Kira Murátova, Otar Ioseliani, Boris Frumin, Alexéi Guerman, Mikhail Bogin, Vladímir Bykov, Mikhail Sveicer o Alexánder Sokúrov . Las Semanas mantuvieron a lo largo del tiempo un público no muy numeroso pero fiel. A la primera de 1960, a la que asistió Serguéi Bondarchuk, se acercaron 7.000 espectadores. Veintitrés años después, en la de 1983, la asistencia fue de 7.467 personas. Menciono precisamente esta Semana porque se inauguró precisamente con la premiere de Campanas rojas (Krasniye Kolokola ) de Bondarchuk, a la que asistieron 1.000 personas.

Por último, encontré otra sorpresa en México, otro Cosmos. De características muy distintas a los anteriores. Fue una de las salas cinematográficas más grandes del Distrito Federal, con cinco mil butacas; un día después de su apertura, en 1946, un incendio la destruyó por completo. Se reinauguró el 24 de junio de 1948, con la película Agonía de amor (The Paradine Case, EUA, 1947), de Alfred Hitchcock, y a los pocos días sus propietarios lanzaron una idea que haría historia en México: las matinés, funciones económicas, en las mañanas, con programas dobles. La primera fue el 11 de julio con dos películas de Tin Tan y su carnal Marcelo: Músico, poeta y loco y El niño perdido. El cine se abarrotó. Fue tanto el éxito que, a partir de ese momento, las matinés del Cosmos se convirtieron en punto de referencia de colonias circunvecinas, incluso de la Roma y Tacubaya. Era un cine popular, al que años más tarde asistiría con regularidad el escritor Jorge Arturo Ojeda, autor, entre otras obras, de Muchacho Solo, a quien se le veía, siempre solitario, con su bolsa llena de libros y periódicos en una de las últimas filas de la espaciosa sala. En su decadencia, el Cosmos estuvo a punto de convertirse en funeraria, que hubiera sido un éxito en ese vértice que forman Circuito Interior y Calzada México-Tacuba, donde convergen tres alcaldías con panteones populares y de élite. En 2013, el entonces delegado de Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo, recuperó el predio del cine, que había permanecido abandonado durante siete años y dio por terminado el proyecto del establecimiento mortuorio. Ahora a punto de convertirse en un centro cultural, en el Cine Cosmos habrá una sala dedicada para recordar a los estudiantes asesinados en el jueves de corpus en 1971, pues este lugar fue ocupado por algunos adolescentes para resguardarse de la furia del Estado.

Cada Cosmos con su impronta, me produjo una enorme emoción. Fue como un reencuentro entre hermanos que no se conocen pero ,que toda su vida ,tuvieron un ideal parecido por el cual lucharon.







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