Memoria y archivo
Los tesoros de Artkino
Muchas veces me han preguntado
cómo y cuándo había comenzado con el negocio del cine. Mi contestación era muy
sencilla, “creo que nací en una lata de cine”. Contestación simbólica pero no
fantasiosa. Cuando nací mi padre llevaba más de 20 años distribuyendo películas
y todo mi mundo siempre giro entorno al cine. Del mismo modo sucedía con mis
hermanos mayores y luego con mis hijos y sobrinos.
Cuando tengo 18 años me incorporo
en forma directa en el negocio, pero ya había perdido casi cuarenta años de la
historia de fílmica de nuestra distribuidora. De mucho material solo quedaban
imágenes y recortes de notas periodísticas que con el paso del tiempo, mudanzas
y falta de espacio físico se perdieron.
El material fílmico también
sufrió diferentes circunstancias. Mi padre a pesar de ser un ferviente defensor
de preservar las imágenes sufrió diferentes perdidas. Unas vinculadas al mismo
material dado que eran en base a nitrato, hasta los años 50, sumamente
combustible cuando comenzaba a deteriorarse o si estaba expuesto al calor. No
existía en ese tiempo forma de copiarlo para preservarlo y dado el origen de la
cinematografía que distribuíamos no se justificaba traer nuevas copias. Otro de
los motivos de una gran pérdida fue el incendio de los estudios Cristiani, que,
en dos incendios, uno en 1957 y el otro en 1961, produjo la desaparición del
material que se venía archivando desde los años 30, dado que no se podía
tenerlo en las oficinas propias por el alto riesgo que ocasionaba. Y por último
dos atentados que tuvimos durante las diferentes dictaduras que padecimos en
Argentina.
No obstante, una gran parte
sobrevivió dado que mi padre, quien este mes de septiembre cumpliría 110 años,
hizo dos depósitos en la casa donde nací, que a pesar de no ser lo ideal para
el archivo de las copias muchas de ellas sobrevivieron y ahora están a
resguardo de un coleccionista y amigo de gran prestigio como Fernando Martin
Peña, que no solo entiende de preservación de copias, sino también las exhibe
en distintas muestras que realiza. Esa también es la finalidad de tener un
archivo, no es solo conservar sino también mostrar y difundir. La Cinemateca y
Archivo de la Imagen Nacional (CINAIN) fue creada en 1999 y aun no fue nombrado
el consejo asesor para su funcionamiento, como lo determina la ley, como se
puede ver una desidia total y una falta de interés de preservar, al menos, el
cine nacional.
Igual en el camino se fueron
perdiendo afiches, fotos, registro de diversas delegaciones que llegaban al
país para las semanas de cine que organizábamos y que fueron testigos
invalorables de las grandes personalidades del mundo cinematográfico que
marcaron un hito dentro de la cultura internacional.
Gracias al tiempo ocioso creado
por esta cuarentena, producto de la pandemia internacional que sufre el mundo,
y lejos de muchos archivos que tengo en la oficina, cerrada hace más de cuatro
meses, comenzó mi investigación sobre el material que habíamos exhibido desde
los comienzos de Artkino. Cotejando registros en IMDB, apelando a la memoria de
mi hermana y la mía propia, empiezo a descubrir cantidad de películas muy
curiosas que hemos estrenado y que nunca más se habló. De muchas de ellas
conseguí las listas de subtítulos, de otras solo que el goce de disfrutar de
sus imágenes. Por su puesto de aquellas que pude o estaban subtituladas cree un
canal en YouTube para que quien esté interesado pueda disfrutar de sus
imágenes. También voy subiendo muchos de los clásicos que marcaron nuestra
historia. Por suerte cada día descubro material nuevo y a su vez una cantidad
importante de público habido por conocer esos films. Un gran amigo y muy
conocido crítico cinematográfico argentino, Carlos Morelli, los denomino: “Los
tesoros de Artkino”.
Será que no todo este perdido y
que dentro de tanta oscuridad cultural aún tenemos esa tenue luz al final del túnel.
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