Una triste realidad.

 

Festivales y mercados en una lenta agonía.

Festival de cine es la denominación habitual de los concursos de cinematografía que se realizan en el mundo, generalmente con una frecuencia anual.

Unos de primera categoría denominados de clase “A” y otros que se ganaron un alto prestigio por el material que exhibían. La tradición fundamental de los festivales de cine es la competencia, es decir, la consideración de las películas con la intención de juzgar a las merecedoras de diversas formas de reconocimiento. En contraste, algunos festivales pueden proyectar algunas películas que no forman parte de la competencia.

Tenemos los temáticos, otros especializados en cortometrajes. Hay cientos de eventos de diversos contenidos y formatos en forma semanal en los cuatro continentes, de muchos de ellos son muy pocas las personas que tienen conocimiento que se realizan.

Salvo los de clase “A”, como Cannes, Berlín , Venecia y unos pocos más , la gran mayoría terminaron conformando un circuito alternativo  para una cinematografía que no tenía exhibición comercial, ni siquiera en su país de origen.

Los más prestigiosos tenían un mercado paralelo, que a veces era más importante que el festival en sí mismo.

También la critica especializada difundía en sus medios no solo la actividad social, sino que ponía en relieve obras significativas que eran presentadas, algunas con posterior estreno comercial y otras que nunca alcanzaron a ser exhibidas en una pantalla de cine.

Algún lector se preguntará porque me refiero a estos eventos en forma pasada. Es que creo que muchos dejaran de existir por diversos motivos. La pandemia mundial pone al descubierto diversos factores. El replanteo de la asignación de recursos en cada una de las industrias culturales, sobre todo en países que disponen de una producción acotada y que en muchos casos dependen de los aportes estatales. La participación de producciones realizadas, en exclusividad, para exhibirse en plataformas digitales, como Netflix, Flow , Amazon y otras tantas, desdibuja el sentido de los festivales cinematográficos donde se promovían las obras que se estrenaban en salas.

Viajar al Festival de cine de Tashkent, en la ahora Republica de Uzbekistán o al festival que se realizaba en Alma Ata , en Kazajistán ,sitios a los que fui invitado a participar hace años ,pasaron a ser parte de una ficción con bellos recuerdos y nada más. En ambos sitios se agasajaba a los invitados como si todos fuéramos estrellas de Hollywood.

Los mercados, que ayudaban a los festivales, también se verán afectados. Hoy no hace falta moverse de la oficina o de la casa, de uno, para visionar material y cerrar un negocio. Esta modalidad hace que se economicen recursos en una explotación comercial que cada día se hace muy compleja de llevar adelante. Participar de un mercado rozara más el querer estar en un evento social que comercial.

La digitalización nos permite cada día estar más interconectados, pero a su vez representa un gran riesgo. El no tener cercanía, la hiper comunicación digital trae aparejado el aislamiento. Si sumamos a estos factores el económico, tendremos una batalla cultural muy difícil de sobrellevar.

 La prueba que efectuaron los principales festivales de cine del mundo, uniéndose para un evento global de "streaming" de 10 días, tampoco dio el resultado esperado. El "We Are One: A Global Film Festival" presento contenido seleccionado por los festivales de Berlín, Cannes, Venecia, Sundance, Toronto y Tribeca, entre otros, teniendo una repercusión muy acotada.

La cultura no es un gasto, es una inversión y como tal hay que saber administrarla. Quien esté a cargo de esa administración tiene la responsabilidad de cómo y donde aplicar los recursos. El cine cumple una función social fundamental no solo como entretenimiento sino como transmisor de contenidos sociales. La finalidad del cine y del arte en general, es mostrar una realidad para que en base a eso se formulen cambios que mejoren las condiciones sociales.

Lo lamentable de esta realidad, es que confirmó y aceleró tendencias y precipicios donde la cultura va a ser la más afectada en el periodo que denominan la “nueva normalidad”.






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